24 noviembre 2014

Las avellanas y yo

¿No te pasa que tienes manía a un alimento así porque si?
Sin ser yo de esas especialitas con la comida, es más, la gente especialita con la comida me cae mal, tengo alguna especialidad.
Y la más son las avellanas, putas avellanas.
No soporto comer una avellana así entera. Esa redondez y ese sabor seco y argggg.

Como bombones ferrero, y les quito al avellana. Así que me tranformo en ese tipo de personas que tanto coraje me dan. Esas que apartan cosas del plato.

También tolero muy bien el licor de avellana, especialmente en Frangelico.
Puedo comer un helado de avellana.
Pero las criaturas redondas y securrucias, así en crudo, avellanas puras NO puedo.
¿A qué se debe todo esto con las avellanas? Porque detrás de un rechazo se esconde siempre un trauma y el mío está ahí. De toa vida.
Siendo yo pequeña, ¿unos 5-6 años? fui con mis padres el cumpleaños de la Tía M. Antes de entrar me advirtieron: "Estate calladita y no des guerra".
¿Sería yo una de esas niñas que daba por culo?
Pues ante la duda yo obedecí.
Así estuve toda la visita. Sentada en mi silla delante de una mesa de cumpleaños, con todos sus comistrajos, sin tener mayor alcance que al plato de las avellanas.
Por estarme calladita y no dar guerra me zampé no se cuantas miles de avellanas. Me pasé toda la noche potando estos frutos secos del infierno.
Y desde entonces no como nunca avellanas.
Que se las coman las ardillas, que queda hasta bonito.






1 comentario:

Isabel Benito dijo...

De esto sí te acuerdas, eh.