08 junio 2015

Desayunar fuera de casa

Me gusta desayunar fuera de casa. A diario, antes de entrar a trabajar, me gusta desayunar fuera de casa, mucho. 

Un café y media de pan tostado, de molde no, del otro.
Con aceite, miel y sal. Una mezcla que enseñó mi hermana y que sabe muy rico. Mejor sabe en su casa, donde el aceite es de Cazalla, la miel de Zamora y la sal de Ibiza. Pero en un bar, así para desayunar a diario, me vale lo que tengan.



No suelen tener miel así a disposición del usuario de calle. Es de entender, la miel pringa, mucho. Así que lo mejor sería una tarrina monodosis, pero no es común. Lo normal es un bote de esos de dispensador cero goteo. Que algo gotean, solo con ser cuidadosos, cada uno un poco, sería suficiente para no ponerlo todo perdido.
Si no tengo confianza me conformo con aceite y tomate, por no dar por culo.

Gusta llegar por la mañana y no tener que dar mucha explicación de lo que quieres. Tampoco hace falta un "lo de siempre", pero con que no te tengan que preguntar cada día cómo quieres la leche me vale. Que a veces te puede dar por querer desayunar otra cosa, puede pasar. A mi me pasa.
Es importante saber qué vas a pagar al día, por eso ir siempre al mismo sitio también es interesante.


Me gusta que en la tele, si la tienen puesta, estén puestas las noticias, y el tiempo.

En casa podría tener de todo esto pero no, prefiero salir de casa y, cerca del trabajo, desayunar. Es una manera de salir de casa con ilusión, y con hambre.

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