23 noviembre 2015

Botas nuevas, botas eternas

Yo tenía unas botas que me gustaban muchísimo.
Me las ponía con todo, me pegaban con todo.

Eran cómodas, ideales para ir a trabajar, para salir y hasta para ir al campo. ¡Qué monas eran!
Las arreglé todo lo que pude; medias tapas, plantillas, tapas enteras, bien de nivea para hidratar... todo lo que pude para alargar su extensa vida.

Pero un día se rompieron por dentro y ya no hubo manera humana de restaurarlas.

Así que llevo 2 años en busca de unas iguales y claro, eso es imposible. Así que me conformaría con unas parecidas, y bueno, error. No eran realmente ellas.
Te las vendo, poco uso.

Ya la había liado en busca de las botas negras Biker como os conté aquí, bueno, liada a medias.
A veces algunas prendas cobran valor con el tiempo.

Se adaptan a ti, tu te adaptas a ellas o como sea, pero al final, lo que no empezó tan bien, termina por chiflarte.
Eso me pasó con las botas negras que al principio regulín, pero ahora molan mil.

Después de buscar y buscar encontré.
Pero las susodichas botas sustitutas costaban un cojón.
Así que había que valorar si la inversión era oportuna y, principalmente, posible.

Tras meditaciones, dudas, consultas y ahorros, aquí están las hijas de puta:

         


Las vi por webs y en tiendas.
Al final comprar botas online después de probar en tienda física ha sido la solución.
Veremos cómo se portan con el uso; tienen que resultar cómodas, ponibles y pegables con todo y eso, en realidad, hasta que no las empiezas a usar no se descubre del todo.
Bienvenidas malditas cabronas.

Y luego que no sé qué pedirme cuando es mi cumple o viene los Reyes, si nadie me lo compra, ya me lo compro yo.


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