09 diciembre 2008

Radetzky Marsch


De pequeña cuando nos juntábamos en casa de mi abuela casi todo era una fiesta, yo me dedicaba a hacer el payaso delante de la cámara de mi padre y a hacer reportajes que si los veo ahora aún me dan verguenza ajena, pero confío que algún día, cuando los vuelva a ver me eche a reír y deje de pasar vergüencita. Ya a la hora del champán sacaba con mi tia Belén toda la artillería de chuminadas que había traído de la plaza mayor de Madrid, pelucas, bolsas de pedorretas, el cubito de hielo con mosca y el cagarrucio o mierda de mentira que todos los años acababa rodando por casa de mi abuela y se convertía en la excusa perfecta para tocar las narices a los mayores ya fuese semana santa o agosto.
Casi siempre mi tio Jorge acababa vestido de pilingui y mi tia Ángeles "la soltera" fumando un puro mientras los demás la mirábamos descojonados. Venía Papá Noel, los reyes y todos juntos, picaban a la puerta y todos gritábamos como locos, cual gallinero cazurro, y nos íbamos a la entrada de casa donde todo estaba llenito de regalos y si me pedía magia borrás me caía "magia plis-plas", si me pedía el cheminova me caía el "quimitoda"...

Todos los "años nuevos" los pasábamos en casa, los cuatro, y mi padre cada año, c-a-d-a-a-ñ-o madrugaba para ver en la tele el concierto de Viena con la música a tope, el momento sublime era cuando la orquesta tocaba la Radetzky Marsch y entonces si que el volumen estaba a tope, y si hubiese mas volumen, a más volumen lo hubiese puesto, para delicia de los vecinos y de una familia dormida recuperándose de los excesos de la noche anterior.
Pero a mi padre le daba igual todo, como siempre, y no escuchaba nuestros -bajaaaaaaa! baja el volumennnnn!!!- y recibía el nuevo año bailando, moviendo la cabeza como un loco y siendo el director de una orquesta en miniatura metida dentro de una caja mágica que dirigía con una batuta con teclas, que se parecía mas a un mando que a una batuta pero que era su batuta al fin y al cabo.
Y asi se comenzaba el año nuevo en mi casa, ni con las uvas, ni con el oro en la copa, ni na de ná.
Con la orquesta de sinfónica de Viena, ni más ni menos señores.
Creo que este año y todos los que vienen me toca dirigir a mi la Radetzky Marsch y les animo señoritas y señoritos a que hagan lo mismo, creo que por lo que disfrutaba mi padre debe ser algo casi purificante para entrar en el nuevo año.
Tengan el despertador listo y el mando de la tele a mano. y un, dos, tres y...

3 comentarios:

beizabel dijo...

Ay maja, que bonito post. ¿Sabes que cuchifriti también quiso ser reportera?, pero ella era más de radio: armada con una grabadora que era mía, perseguía a todo el mundo solicitando entrevistas. Y en mi casa el año empieza igual, mi padre se emociona con lo mismo, y sigue subiendo el volumen aunque sus hijas aun no se hayan acostado... Vas a dominar la batuta como una campeona, y mira, te has convertido en una artistaza a base de sucedáneos de juguetes, ¡Viva el MAGIA PLIS PLÁS!

Sinexcusas dijo...

Q guay Paula,vamos que eras la reina de la fiesta, con esa cara de pilla que tenías.... le pega todo a tu padre dirigir la Orquesta de Viena en año nuevo, sí señor. Y a ti ni te cuento, q ya eres una experta en llevar la batuta en muchas ocasiones.
un besazo guapo

Provinciana dijo...

A dirigir la orquesta de los Laneros, menudas risiones os echaréis!