Los misterios del Santo Sepulcro en Jerusalen.

Nada me dio sensación de espiritualidad como la gruta que descubrí en la basílica del Santo Sepulcro en Jerusalem.

Para ver el monolito donde se conmemora el lugar de la muerte y resurrección de Jesucristo hay que hacer una cola considerable. Una especia de nave espacial de estilo muy decorado, así como con mucho dorado, mucha vela, mucha historia.

Este es el interior del Santo Sepulcro oficial
de aquí

En el interior, tras la cola y pasando de cuatro en cuatro, se ve una lápida, en un escenario muy historiado también. Un habitáculo diminuto que ni fu ni fa.

Y esto de ni fú ni fá, como en la basílica del nacimiento, el portal de Belén vaya, no es que lo diga yo por mujer de poca fé. Es que en Jerusalem, Belén y Nazaret, por la experiencia de quién yo he podido conocer, por muy devoto que seas hay poco espíritu emotivo.

El caso es que el Santo Sepulcro oficial tiene mucho tráfico y poca emoción.

El único lugar en todo el viaje donde experimenté una sensación extraña, curiosa, así como medio espiritual fue en un rincón más bien secreto, justo detrás del chiringo éste.

El propio guía me comentó que, así en petit comité, no era muy posible que Cristo hubiese sido enterrado allí, en el lugar oficial, pues en esa época no usaban las lápidas ni las historias que allí figuraban. Era mucho más posible que, en las mazmorras-grutas que había detrás, se hubiese enterrado a Cristo, se hubiese cerrado con una piedra y allí mismo hubiese resucitado.

Esta foto la tomé yo. Es el auténtico sepulcro.

Entrar en ese auténtico sepulcro, auténtico porque tenía mucha pinta de tumba, con sus nichos y su oscuridad, me hizo tilín, me dio rollo.

El lugar más auténtico que vi en Tierra Santa, así te lo digo. Así que si estás pensando en visitar Jerusalen y el Santo Sepulcro, no dejes de meter el morro en este sepulcro tan genuino, creerás o no, pero algo vas a sentir.

Merchandising de la zona, por si quieres que todo sea más auténtico.