Fue divertido y emocionante.
Gracias a las modistillas que lo hicieron posible, con todas las indicaciones que yo les dí: con una manga muy larga, con un lazo muy grande, mucho tul, mucho, que no se notase si sudo y desmontable. Si, que se pudiese quitar la falda de tul y se convirtiese en minifalda. Pues todo fue posible.
En la foto podéis ver los atrases, ¡qué maravilla! ¡Muy maravilla!
¡Ay que ver qué bien bailamos eh?! Los bajos ya estaban bien usados y es que un 14 de febrero en Galicia es lo que tiene, que puede llover, y llovió, pero nosotros estábamos ya a bajo techo.
El vestido terminó perdidico, mejor dicho, la falda, que para eso estaba.
Pero al final del baile me quité ese faldumento que veís y se dejó ver el cuerpo terminado en una minifalda.
Entre otras cosas, las partes internas de una novia son algo muy de enseñar. Levantarse los refajos es algo muy de señora, muy que gusta a las señoras. Pues mis refajos estaban bien pensados, para no dejar de bailar y no tener que cambiarme.
Mi amiga la Gallega me preguntó un día que cómo iba a bajar al pueblo ¿me quitaría el vestido? ¿me iba a cambiar? Pues no había pensado en eso pero si, qué buena pregunta.
Un vestido de novia desmontable sería la solución.
Así que la maravillosísima falda de tul se quitaba y dejaba a la vista un vestido corto, muy corto, como a mi me gusta a diario. Así que falda corta y leggins, eso es.
Hasta que me quité la falda nada se sabía, nada se sospechaba. Solamente mis padres y mi hermana conocían el secreto. Llevar en el refajo un secreto así me hacía tilín, tenía toda su emoción.
Muy cómoda, muy calentita y bien agrarrá. |
Muy cómodo, muy divertido y muuuy bonito.
1 comentario:
¿Hasta casi las 9 de la mañanaaaaa? Nooooo.
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